(publicado en El Nuevo Dia.com en el 2010)
“No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos”. El Talmud
Este tema es uno que me ha cautivado por más de veinte años y todavía, todos los días, el Universo me da oportunidades para ver cuan cierto es. Siempre vemos las cosas de acuerdo a nuestro estado de conciencia y tambien como dice en la biblia: “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Cuando pensamos estamos codificando y seleccionando información, tareas, deberes y situaciones. Pensar demanda tiempo, energía y cuando lo hacemos meticulosamente es productivo. Preocuparse por lo que pudiese pasar, sin tomar acción al respecto, es una utilización incorrecta de la energía y un engaño de la mente. La definición que nos da el Diccionario de la Real Academia Española de pensar es: “Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen”. Muchas veces pasamos juicio sobre personas eventos o circunstancias y no necesariamente estamos reflexionando sobre la situación y mucho menos siendo objetivos. Al pasar juicio interpretamos los eventos desde nuestro punto de vista y los vemos de acuerdo con lo que esté sucediendo en nuestra mente en ese momento, sin analizar todas las alternativas o ángulos del incidente o circunstancia – lo que es lo mismo que: No vemos las cosas como son, sino como somos.
Cuando reflexionamos vemos la situación como un todo y es más fácil la toma de decisiones. Evalúa tres aspectos antes de decidir: el funcional, ¿cuál es el beneficio que todas las partes van a obtener?; los riesgos, ¿cuáles son los riesgos envueltos?, y la interpretación de la situación, ¿cómo veo la situación, cómo las personas envueltas la ven?
Al reflexionar recapacitamos con profundidad y esto es lo que define al ser humano, nuestra capacidad de razonar y analizar. Somos seres racionales, pero tan pronto reconocemos esto, el ego (o nuestra obscuridad fundamental) nos ata y nos paraliza impidiendo que pasemos por el proceso de análisis que nos ayuda a ver las cosas desde todos los ángulos y no como aparentan ser o como creemos que son.
La mente indisciplinada nos mantiene atados al ciclo de dolor y sufrimiento porque es más fácil quedarnos como estamos y no tomar acción para luego lamentarnos y echarle la culpa a otro. No tomar responsabilidad de lo que nos ocurre es el camino más fácil, echarles la culpa a otros es una manera de no tomar responsabilidad de lo que nos sucede.
Al reflexionar estamos dispuestos a hacer un compromiso de cambio y a trabajar por el mismo para obtener la vida que siempre hemos anhelado. Esto implica hacer una exploración profunda de quiénes somos y hacia dónde vamos. Preguntarnos “quién soy” implica un encuentro con uno mismo y muchas personas no están dispuestas a esto, ya que puede ser muy doloroso enfrentarnos a nuestras debilidades de carácter. Tomamos una actitud defensiva y agresiva sobre todo ante las personas que más nos quieren y nos ayudan. Hacer un análisis profundo de nuestro yo, entrar en un proceso de reflexión significa mirarnos, y querer modificar el carácter. Louis Hay en su libro “Usted puede sanar su vida” presenta el ejercicio del espejo. Párate frente a un espejo y mírate a los ojos, pregúntate quién soy, escucha la respuesta y afirma: Me amo y me acepto como soy. Cuando aceptamos quiénes somos y lo que somos (un estado de conciencia) estamos abiertos y receptivos a tomar la acción necesaria para el cambio, estamos en el tiempo presente y no nos engañamos. El cambio es individual; es con nosotros con quienes tenemos que trabajar. Cuando cambiamos nuestra forma de mirar la vida, todo alrededor cambia de acuerdo a nuestros pensamientos y acciones.
Por Ma Prem Bhama , mayo 29, 2010 para endi.com